Descubre porque no disfrutas de una sexualidad plena
Son muchos los motivos que nos impiden disfrutar de una sexualidad sana. Diría que tantos como personas en este mundo. Sin embargo, hoy quiero profundizar en tres motivos por los que puede que no estés disfrutando de tu propia sexualidad y que seguramente están repercutiendo en tu vida sexual en pareja. Descubre en este artículo porque no disfrutas de una sexualidad plena:
1. Tu cuerpo
Desconoces tu cuerpo:
No has tenido tiempo de explorarte, de tocarte ni de conocer tu cuerpo en profundidad. De niños nos prohíben tocar nuestro sexo. De adolescentes tenemos que masturbamos a toda prisa para evitar que nos descubran.
Nos educan para no tocarnos, para no mirarnos, explorar el cuerpo sigue siendo tabú. Tienes que invertir tiempo en tocarte, en explorar tu erotismo con todos los sentidos y darte permiso para disfrutar. Conoce tu cuerpo y tu sexo, descubre cuáles son las zonas más sensibles y placenteras.
Conocer nuestro cuerpo es vital para disfrutar de una sexualidad plena, para saber lo que nos gusta y lo que no, para poder decir “no” y para poder imponer nuestros límites.
No aceptas tu cuerpo:
Desde que nacemos nos bombardean con ideales de belleza que son inalcanzables. Crecemos viendo cuerpos en revistas, televisión, redes sociales y demás medios, que no nos representan. Rechazamos nuestro cuerpo y nuestro sexo cuando vemos que no encaja con lo que “creemos” que es normal.
Esto provoca que cuando nos miramos al espejo, nos veamos a través de un filtro y sólo podamos ver el reflejo de todo lo que nos gustaría modificar.
¿Cómo aceptar nuestro cuerpo en estas condiciones?
Siendo consciente de que estamos siendo manipulados por un mercado que mueve millones. Siendo conscientes de que la belleza está en todos y cada uno de nuestros cuerpos y que lo normal es la enorme variedad de cuerpos que existen en la calle, no en las revistas.
Aceptar tu cuerpo es el primer paso para cambiar tu vida sexual de forma radical, aceptarte tal y como eres te abre la puerta al disfrute de todas las posibilidades que no estás viendo.
No valoras tu cuerpo:
No tratamos a nuestro cuerpo como se merece, lo descuidamos la mayor parte del tiempo.
Lo sometes a dietas, pastillas, drogas, alcohol y un largo etcétera, que disminuyen tu capacidad de sentir placer, que alteran la bioquímica natural de tu cuerpo y desequilibran muchas de sus funciones.
El cuerpo que habitas es una herramienta que te permite relacionarte con los demás. Nútrelo con los mejores alimentos, ejercítalo para mantenerlo activo y sano. Cuídalo con dedicación y trátalo con respeto, porque es el único que vas a tener en tu vida.
Tu cuerpo es un vehículo que te permite sentir, moverte y expresarte en este mundo. Valorarlo te abre la posibilidad de experimentar infinidad de sensaciones que te permiten sentirte vivo.
2. Tu autoestima
Si tienes baja autoestima, es normal que tu vida sexual se vea afectada. Y no me refiero a tu imagen (de la que ya hablé en el apartado anterior) sino más bien a tu valía como persona, como ser humano.
Tienes que saber que la autoestima está íntimamente ligada con la capacidad de sentir placer y disfrutar de una sexualidad plena.
Tu nivel de autoestima influye a nivel sexual en las proposiciones que le haces a tu pareja. En que te sientas capaz de iniciar una relación sexual. En las veces que has fingido un orgasmo o mentido a tu pareja. En las cosas que te atreves a hacer en la cama, incluso en las decisiones que vas a tomar en tus encuentros íntimos, como la forma de cuidarte y proteger tu salud.
Cuando no te sientes como un ser humano adecuado calificas de manera negativa tu desempeño sexual o eres más propenso o propensa a hacer cosas que no te gustan.
Si sientes que no te mereces nada bueno serás incapaz de pedir lo que necesitas, lo que te gusta, lo que te apetece, lo que te proporciona más placer.
Por último, también afectará a la comunicación porque cuando no te sientes valioso o valiosa puedes interpretar cualquier comentario o pedido de tu pareja como un rechazo o una ofensa, propiciando mal entendidos y discusiones entre ambos.
Acepta que eres una persona valiosa, que eres única y que te mereces lo mejor. Trabaja para fortalecer tu autoestima sexual y verás como diferentes áreas de tu vida mejoran considerablemente.
3. Las creencias
Los miedos:
En la relación de pareja pueden surgir muchos miedos que nos impiden disfrutar de una sexualidad plena. Uno muy común es sentir miedo a no cumplir con las expectativas de nuestra pareja, o no poder satisfacer plenamente a nuestro compañero o compañera en la intimidad.
Muchas personas temen que por este motivo su pareja le sea infiel y viven buscando señales y conductas que les delaten. Otro miedo derivado de lo mismo es a que la relación se termine y esto provoca un distanciamiento de nuestra pareja que nos aleja del disfrute.
Las relaciones tienen que basarse en la sinceridad y el respeto mutuo. Dedica tiempo de calidad a la relación para que la confianza y la intimidad crezcan cada día.
Los mitos sexuales:
La escasa educación sexual que recibimos hace que se mantengan muchos mitos sexuales, prejuicios o creencias, que por su puesto nos condicionan a la hora de disfrutar de la sexualidad.
La masturbación ha sido ampliamente penalizada, desde nuestro propio núcleo familiar, hasta la religión. El sexo oral ha sido considerado como una práctica sucia y poco apropiada para practicarla con la pareja. Hacer el amor durante la menstruación sigue siendo la asignatura pendiente de muchas parejas. La vida sexual de las mujeres después de la menopausia sigue siendo anulada. Tener relaciones sexuales durante el embarazo sigue siendo motivo de consulta ginecológica y un largo etcétera.
Disfrutar de una vida sexual plena y satisfactoria, en cualquier momento de nuestra vida, nos proporciona: salud, bienestar físico, psicológico y emocional.
La culpa:
En ocasiones el no poder disfrutar de la sexualidad está muy relacionado con el sentimiento de culpa. No nos sentimos merecedores de recibir placer o de tan siquiera explorarlo.
La cultura, los roles sociales, los estereotipos y sobre todo la religión nos han enseñado que el placer es un pecado del que no se habla y que tiene que estar oculto entre cuatro paredes.
Estas expectativas sobre nuestras conductas, que la sociedad nos impone, hacen que crezcan nuestros sentimientos de culpa cuando no encajamos en ellos.
Nos dicen cómo debemos comportarnos en función del género, limitando nuestra propia expresión como seres humanos sexuados.
Lo cierto es que la sexualidad es una parte de nuestra identidad que merecemos vivir libres de culpa y cuanto más apostamos por desarrollarla, más felices y libres viviremos.
La sexualidad es, ni más ni menos, que la genuina expresión afectiva que tenemos de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
La vergüenza:
Otro gran inhibidor del placer es la vergüenza. Muchas veces la falta de experiencia nos ocasiona vergüenza o cierta timidez, sobre todo si nuestra pareja ha tenido mayor cantidad de amantes en el pasado que nosotros.
Lo cierto es que este pensamiento es erróneo. Cada persona es única en la vivencia de su sexualidad, por lo tanto, empezamos de cero con cada nueva pareja.
No existen dos cuerpos iguales, y nos toca descubrir a nuestra pareja como si fuera la primera vez. Hay que aprender que le gusta, que cosas le proporcionan placer y que cosas no. Toca explorar fantasías juntos y dejar volar la imaginación.
Si hablas con tu pareja, comprobarás que muchas vergüenzas son compartidas, por lo que quitarás mucha presión a la relación y así será más fácil enfrentarse a ellas.
Si mientras leías este artículo te has sentido identificada o identificado con uno o varios apartados, ya sabes qué es lo que necesitas trabajar para empezar a disfrutar de una sexualidad plena contigo mismo o misma y a la vez enriquecer tu vida sexual en pareja.